martes, agosto 24, 2004

El evangelio de los PARGOS!!!

El trabajo como único pecado capital... «Los humanos ascendieron a la condición de dioses cuando se emanciparon de la llamada vida primitiva por medio del trabajo». Eso es lo que generalmente se nos dice por parte de los llamados defensores de la civilización, pero la historia del trabajo es otra. Las grandes civilizaciones, en lo fundamental, constituyeron enormes y complejas organizaciones laborales, sometidas a una estricta vigilancia militar y generalmente en condiciones de esclavitud o de trabajo forzado. Los sectores dominantes, los gobernantes y propietarios, han gozado del privilegio de no trabajar y de tener bajo sus órdenes a inmensas cantidades de gente. A lo largo de la historia generalmente han dispuesto y regimentado un sistema disciplinario, en el orden simbólico y material, para hacer posible un régimen de trabajo entendido como dominación espiritual, sujeción psicológica y fatiga. De tal forma, predican el trabajo como una virtud que nunca han experimentado: es la virtud que les hace posible su posición privilegiada, la ostentación de su riqueza, por un lado, y la minusvalía, la carencia y el cansancio de quienes trabajan, por el otro. En la antigüedad el trabajo se veía como una calamidad que debían realizar esclavos, siervos y toda clase de gente carentes de poder político o de riquezas. El ocio lo cultivaban los caballeros y gobernantes, los clérigos e intelectuales. Con la revolución industrial en el siglo XVIII y el ascenso de la burguesía, se instaura el culto al trabajo, convirtiéndosele en una virtud. Bajo este enfoque toda actividad humana sucumbió a la ideología del trabajo, a la estafa del salario y a la humillación de la esclavitud, paradójicamente disfrazados por la fraseología del liberalismo: libertad, igualdad y fraternidad. En distintos momentos han surgido movimientos en contra del trabajo: los artistas, corrientes anarquistas contemporáneas tales como los situacionistas, los beats, los hippies, los punks, entre otros. Aquí en KASANDRA nos hemos manifestado desde el principio de los tiempos en contra del trabajo. En esta ocasión hemos recogido una serie de posiciones y testimonios que ayudarán a comprender por qué es insensato defender el trabajo asalariado a que nos someten políticos, patronos y sindicalistas. Proponemos rechazar el trabajo por las siguientes razones: 1. Por razones de economía: t-r-a-b-a-j-o es una palabra trabajosa, larga (tiene 7 letras). En cambio o-c-i-o es una palabra graciosa, ligera, económica (tiene tan solo 4 letras) y produce algo así como amor a primera vista. 2. Por razones de buen gusto: el trabajo en nuestra sociedad es un trabajo forzado. Se obliga a la gente a trabajar para cubrir sus necesidades. Si alguien no trabaja se le abandona a la miseria. El trabajo no es una actividad voluntaria, creativa y libre. Se ha hecho muy popular una ideología del trabajo que consiste en hacer creer a la gente que el trabajo es una virtud. La gente dice que alguien es «muy trabajador» o «qué dicha que tiene trabajo», tal y como si el trabajo por sí mismo fuera algo de lo que puede uno enorgullecerse. En realidad mucha gente no se alegra tanto de haber conseguido un trabajo, cuanto de poder obtener un mínimo de poder de compra para evitar la miseria (esa es la amenaza constante que impulsa a la gente a trabajar) 3. Por razones placenteras: no hay trabajo forzado que produzca placer. Manejar un autobús, una máquina perforadora o acarrear sacos de cemento todo un día, no son precisamente trabajos placenteros. Generalmente los trabajos agradables son aquellos que los individuos han podido elegir y se han preparado para ello. Además les permite cierta realización personal, un cierto poder de acumulación y logran obtener diversos estímulos producto de investigaciones, diseños o descubrimientos. Generalmente este tipo de trabajo está más emparentado con el espíritu del juego que con el asfixiante clima del trabajo forzado y fatigante. Aunque hay que advertir que los ideólogos del trabajo se esfuerzan por echar a perder incluso este tipo de trabajos introduciendo horarios, tarjetas de marcar, obligaciones de permanecer en un solo lugar, llenar papelería, cumplir rituales burocráticos, realizar reuniones innecesarias, poniendo jefes imbéciles, etc. El tiempo de trabajo deberá sustituirse por el sexo, la música y los paseos en bici. 4. Por razones de seguridad: la mayoría de los accidentes se producen cuando la gente trabaja, ya sea en los centros de trabajo o en las calles. El trabajo tiende a embrutecer los sentidos y es muy común que se produzcan accidentes. El exceso de trabajo induce a acciones suicidas y autodestructivas. Nadie nunca se accidentó descansando o durmiendo. 5. Por razones ecológicas: El trabajo es insostenible y deteriora todo lo que toca. A mayor intervención de trabajo mayor contaminación, desgaste y destrucción. No trabajar asegura la conservación del medio humano y material. El trabajo ecoturístico, por más disfrazado que esté, perjudica la naturaleza y tiende a su destrucción a mediano o largo plazo (hoteles, teleféricos, carreteras, autos, etc.) 6. Por razones de buen humor: No hay nada peor que un lunes por la mañana. El trabajo indispone, los horarios angustian, los lugares de encierro laboral desesperan. El trabajo está concebido como una prisión: vigilancia, castigo y control. 7. Por razones de riqueza material: Si ABOLIMOS EL TRABAJO acabamos definitivamente con el salario. El salario es una de las cosas más humillantes que pueden existir y sólo puede ser consecuencia de una actividad tan odiosa como el trabajo. El salario es producto de la conversión de la creatividad humana en vil mercancía, en cosa que se vende y que termina por anular cualquier creatividad y por embrutecer al trabajador. El salario introduce diferencias y competencias detestables entre los asalariados, generando falsas apariencias que se resumen en poseer unas pocas cosas más o menos. Pero posiblemente Ud. se pregunte qué haríamos si no tuviéramos salarios. Pues muy simple. La mayor parte de la historia de la humanidad ha vivido sin salarios y la gente no por ello se ha muerto de hambre. Si acabamos con el sistema del trabajo asalariado, nos veremos necesitados de poner en práctica un sistema de repartición de riquezas sociales por medio del cual cada cual obtenga los medios necesarios para vivir dignamente, no de acuerdo a un absurdo esfuerzo esclavizante, sino de acuerdo a sus necesidades y gustos personales. Se dice que entonces la gente pediría infinitamente y no alcanzaría la riqueza disponible. Falso: esa es una mentalidad propia de asalariados esclavizados y sometidos a la carencia y la privación. Una sociedad educada en un trabajo creativo, libre y placentero llegará a comprender que la riqueza social no es infinita y será consciente de lo que se produce y de la capacidad de consumo que puede gozar. Por todo esto, KASANDRA ha escogido entre todo el reino animal, a un pececillo muy simpático, al cual queremos rendir tributo en esta edición: el PARGO. En efecto, nos declaramos unos pargos y convocamos a la formación de unaSOCIEDAD DE PARGOS.

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